La materia de lo oscuro . Majo MartÃnez
Me diagnosticaron con "sospecha de glaucoma" a los 24 años. Tenía la presión intraocular de una persona de 80 años de edad. Había tenido migrañas insoportables durante 6 meses anteriores al diagnóstico. El glaucoma es una enfermedad ocular que no tiene cura; su última consecuencia es la ceguera. Hay tanta presión en el ojo que el nervio óptico se asfixia, muere y deja de transmitir imágenes al cerebro.
La ceguera se convirtió en un personaje inminente, me obsesioné con el pensamiento de lo que podría pasar si dejara de ver de un día para otro; qué fotografías haría antes de qué esto ocurriera; quién sería parte de mi último recuerdo visual. Perforaron dos agujeros en ambos ojos para liberar presión; la anestesia nunca hizo efecto... un dolor seco con olor a quemado fue provocado por los disparos de láser con los que horadaron cuatro veces mis iris. Sentí que me habían sacado los ojos para golpearlos con un mazo y después regresarlos a su cuenca. Vino la niebla, un color grisáceo invadió mi vista; era mirar como si estuviera dentro de un bosque lleno de humo.
La oscuridad me causaba ansiedad. El miedo a quedarme ciega. No quiero que mi mundo se llene de negro.
Majo Martínez, México, 2020
(2022) Pd: Después de un proceso intimo a lo largo de más de 4 años de trabajo relacionado con la ceguera, ahora pienso que la ceguera no refiere al negro. Gracias a este proyecto he descubierto que sus colores son prismáticos.
Majo MartÃnez
Ciudad de México, México
Nacer toma tiempo, y nacer de uno mismo, más. Biológicamente está integrada por un 50% de material genético de su padre, de quien solo tiene un recuerdo nebuloso de infancia, una fotografía y un apellido paterno. El otro 50 se lo dio su madre, a quien agradece esa dualidad nominal aunque siempre trajo consigo una ambivalencia nominal de género: nombre de hombre, nombre de mujer, jamás integrados.
Sus nombres se fusionaron por decisión de la artista visual en “Majo”, que le hacía pensar en las majas españolas desequilibrando los límites de su género femenino al jugar con la letra “o” de “lo majo”, lo masculino y hermoso. “Majo” proviene del verbo “majar” que significa deshacer, moler una cosa húmeda aplastándola, desmenuzándola.
Majó también las depresiones que sobrevivió, los amores que dolió, las ausencias que quedaron, la dolorosa relación que mantenía con su cuerpo... aunque también majó las imágenes de los poemas, su amor por las palabras y su identidad cuir. Majó y bailó desnuda frente al mar. Majó la magia, su signo solar Acuario, ascendente Libra y luna en Virgo. Majó su fascinación por la ceguera, la sexualidad, la intimidad y la conexión humana que hoy siguen siendo sus temas de trabajo y de vida.
El día que Majo se dio a luz, finalmente majó el apellido patronímico Martínez, hije de Martínez, del latín Martinus pero también de Marte. Majó la idea de ser hija de Martín, ¿y quién sería Martín? Martín no sería nadie, Martín sería yo, y Martin(ez)... es de “Majo”. Majo Martín(ez) soy yo.
Actualmente vive en Ciudad de México.